viernes, 21 de noviembre de 2014

Casi una Crónica Tenancingo 2013

CASI UNA CRÓNICA


Inst. Luis Gilberto Torres Torres

Yo he estado afortunadamente ligado a los Amigos del Bosque desde que tenía nueve años hasta la fecha y muchos de esos años como patrullero activo, hasta haber obtenido el grado de instructor, y muchos más como ex patrullero asistiendo a varios eventos importantes en la vida de la asociación. Por ejemplo estuve en los aniversarios cincuenta, sesenta y setenta de los Amigos del Bosque, aunque ya no radicaba en el Distrito Federal, presencié la escisión de los tres grupos que formaron Los Amigos Exploradores en 1968, estuve en la Iniciación de un numerosos grupos de patrulleros y patrulleras por primera vez en 1986, un año después guié a un grupo mixto de patrulleros y patrulleras en el recorrido de Cuernavaca a Oaxtepec y me tocó participar en la reunión donde Claudio Silva ya próximo a su muerte, Raúl Gómez Trejo y yo decidimos nombrar a Abel Castellanos director de la asociación… y ahora acudí al campamento a Tenancingo, en honor de Oscar Alarcón de la Parra, mi padrino de pañoleta, instructor de los grupos Veintes y amigo de toda la vida, mi casi hermano, según la dedicatoria que me escribió en un libro de medicina práctica que me regaló en 1953.Pero esta actividad fue mucho más trascendente de lo que yo esperaba, pues fue mi reincorporación a los Amigos del Bosque activos, después de que los reconocí en su Blog y me puse en contacto a través de E mails con Paco Hernández, subdirector de la asociación a quién conocí en un mal momento en el Valle del Patrullero en una excursión de aniversario en el año 2000 en donde quedé entre dos fuegos pues iba invitado por un grupo de ex patrulleros que tenían grandes diferencias con la asociación activa. Yo tenía amigos en los dos bandos.

De mi nuevo acercamiento surgió la idea de rehacer el cancionero patrullero que en 1961, hiciéramos Oscar Alarcón, Carlos Dorantes y un servidor, pero insertándole la música con mi acordeón, formando una especie de Karaoke patrullero y con la ayuda de René Torres mi hijo, las partituras de más de treinta marchas y canciones, que ya las nuevas generaciones de los Amigos del Bosque no conocen. Y fue en esta tarea, cuando me enteré que a iniciativa de las hijas de Oscar Alarcón, se pensaba organizar un campamento del 15 al 17 de Septiembre a Tenancingo, para cumplir con los deseos de nuestro amigo, fallecido en 2003, de que sus cenizas se llevaran al Balcón del Diablo en el Santo Desierto del Carmen y desde luego me apunté para decirle un “hasta luego “a mi querido instructor.

Con una ejemplar organización de Abel Castellanos y Paco Hernández se llevó a cabo el campamento desde la excursión de avanzada, para conseguir los permisos del prior del Convento carmelita y el delegado ejidal del Carmen, hasta la planeación de los alimentos con la nieta de Lencho ya fallecido y a quién 50 años atrás le regalamos un violín, para que cumpliera su más caro anhelo, hasta la invitación a los grupos activos y ex patrulleros.

Finalmente asistimos 35 personas entre la familia de Oscar Alarcón, los grupos 75 y 22 de Querétaro y la plana mayor de la asociación. El lugar de acampado fue el pequeño valle enfrente del convento, donde desde 1947 en que ingresé, hemos hecho nuestras actividades escultistas por varias generaciones, lugar cargado de recuerdos y amistad fraternal a la sombra de los cedros de Líbano. Es de destacarse que tanto el convento como sus alrededores están conservados en perfectas condiciones, tanto por la autoridades eclesiástica y ejidales, quienes controlan y restringen la entrada al público en general con alambradas de cinco hilos y candados en los accesos, además de baños muy limpios con entradas automáticas tragamonedas, lo cual ha ayudado a que el lugar luzca bellísimo como siempre.

El acampado se efectuó en forma disciplinada con una docena de tiendas tipo Igloo de gran colorido y un enlonado central para comedor, sin faltar la bandera nacional, la de la asociación y las banderolas de los grupos presentes, además se colocaron botes de basura y se hizo una fogata para preparar alimentos y el Vivac. Yo compré mi uniforme con la ayuda de Paco, con quién conseguí el sombrero de cuatro pedradas y la camisola con su escudo y grado bordados, que me hicieron sentirme feliz y contento de portar el amado uniforme nuevamente.

A pesar de que tanto mi esposa y yo no conocíamos a la mayoría de los asistentes, la camaradería reinó desde un principio con chicos y grandes, patrulleros o familiares, saludándonos todos como Amigos del Bosque y hablándonos de tú. Con las señales de silbato se ordenaban las reuniones, rancho, diana, silencio, o formación. Aunque las comidas fueron por familias o patrullas, compartimos los alimentos con los vecinos del lado, como siempre, ya sea prestándonos la estufa Coleman, compartiendo el café, la golosina, la torta española o como un patrullero de Querétaro que nos cambió queso por jamón, pues su porción de queso se le aplastó en la mochila. También compartimos la Avapena o la Vitacilina, para algún patrullerito al que le cayeron azotadores de los que queman la piel y había muchos de estos bichos.

Por la tarde del sábado nos reunimos a cantar las marchas patrulleras con mi acordeón, la guitarra de Paco y las letras impresas que Fernando Aguilar preparó previamente. La familia de Oscar Alarcón participó activamente sorprendiéndose de que varias de nuestras canciones, fueran de la autoría de su padre y abuelo. No faltaron las reminiscencias y recuerdos de tantos campamentos y actividades camperas que realizamos en este mágico sitio y otros muchos con nuestro inolvidable instructor y amigo.

Ya en la noche formamos una comisión que fuera a el Carmen a traer el pozole que nos había preparado la familia de Lencho y ahí en su casa pudimos saludar a Juanita su hija y a Daisy su nieta. Recorriendo esa imponente calzada de los Cedros de Líbano regresaron los recuerdos y volví a oír el repiqueteo de los estoperoles de las botas de nuestros hermanos exploradores, muchos de los cuales ya no están aquí. La curva del Diablo fue modificada pues ahora están ahí los puestos de comida para los visitantes o peregrinos que siguen atravesando estos bosques para llegar al santuario de, pero la calzada sigue siendo una belleza.

De regreso del campamento no habíamos terminado de cenar cuando se inició una tormenta que duró casi toda la noche, impidiéndonos celebrar el Vivac. En alguna tienda de campaña se metió el agua y los ocupantes tuvieron que recurrir a su automóvil, para poder pernoctar. Pero antes de la Diana, las imponentes campanas del convento nos levantaron para iniciar el domingo llenos de energía para continuar nuestro programa. Se hicieron los honores a la bandera y el minuto de silencio tradicional y lo más chusco sucedió cuando al llegar a la formación, me resbalé en el lodo y volé por los aires delante de todos, afortunadamente sin más lastimaduras que en mi orgullo. Después de una explicación del Director respecto al programa del día, desayunamos y partimos hacia el Balcón del Diablo, el bellísimo rincón lleno de leyendas y belleza, a pesar de que estaba la mañana nublada. Ahí en la ladera, se cavó la zanja donde se depositaron los restos de Oscar Alarcón, se regaron con vino tinto y se sembró un pino encima. Siento que Oscar quedó contemplando el panorama que tanto disfrutó en vida para toda la eternidad.

Regresamos al campamento y en una emotiva ceremonia, pasé a repetir mis tres promesas para que Abel Castellanos me ratificara el grado de instructor, después se me dio un par de reconocimientos, uno de ellos para mi hijo René, por la elaboración del nuevo cancionero, que se produjo con la inigualable colaboración de Paco Hernández. Acto seguido se impusieron pañoletas a las hermanitas Flores Oscós y se repartieron una media docena de insignias de reforestación a varios patrulleros. Pero aún faltaba el plato principal, la lectura que hizo Víctor Maldonado, instructor del consejo de instructores de los Amigos del Bosque y ex director de los Amigos exploradores, quién nos hizo una detallada reseña de la vida de Oscar Alarcón como instructor y director de las dos asociaciónes, como ingeniero agrónomo, como un gran amigo y maestro de todos los jóvenes que estuvimos en sus grupos y como un gran ser humano que luchó por sus ideales con gran responsabilidad y entrega pensando en el bien de la patria, guiado por las enseñanzas de Antón S. Makarenco, apoyándonos en los lemas de No Gemir y Adelante.

Aún paladeo las vibrantes y emotivas escenas que contemplé en Tenancingo y con un nudo en la garganta voy recordando los rostros, las palabras, las actividades vividas y todas las emociones que pasamos ese fin de semana. La asociación ha cambiado respecto a la que yo viví hace muchos años, quizá más de los que yo quisiera reconocer, pero está viva y con el esfuerzo de sus instructores veteranos como Abel Castellanos, Francisco Hernández, Carlos Landeros , Víctor Maldonado y los jóvenes instructores como Fernando Aguilar, quién fue ascendido en este campamento y los ayudantes de instructor Gabriel Arenas y Gerardo Pacheco, sigue ADELANTE, con grupos más pequeños, con acampados en sitios protegidos y seguros, con un fuerte ambiente familiar y tal vez un programa menos activo .Espero que llegue a los cien años de vida, adaptándose a las condiciones que nuestro país va presentando, pero con la misión de seguir formando ciudadanos ejemplares con gran amor por México.

Adelante.

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